Los auditores a menudo son acusados de ser demasiado indulgentes con las compañías que analizan. Después de todo, esas compañías pagan las cuentas. Los cuatro que dominan el mercado, Deloitte, EY, KPMG y PwC, también ofrecen lucrativos servicios como consultorías y asesoramiento fiscal. Durante mucho tiempo se han generado preocupaciones de que los conflictos de interés pueden impedir que los auditores cuestionen una contabilidad deficiente.
Las recientes controversias se han centrado en KPMG, el más pequeño de los Big Four (cuatro grandes). En Gran Bretaña, los legisladores lo han criticado por aprobar las cuentas de Carillion, un contratista del sector público que más tarde se declaró en quiebra. Una investigación regulatoria está en curso. La semana pasada, los reguladores multaron a KPMG por mala praxis en sus auditorías a Ted Baker, un minorista de ropa.
En Estados Unidos, tres ex socios enfrentan cargos criminales por supuesta participación en el robo de información confidencial sobre los planes del regulador para inspeccionar las auditorías de KPMG. En Sudáfrica, KPMG está bajo investigación por su trabajo para compañías propiedad de la familia Gupta, que ha sido acusada de corrupción. Entre los presuntos delitos del auditor está permitir que los costos de una boda sean gastos comerciales.
Además de todo esto, en Emiratos Árabes Unidos KPMG ha estado bajo la lupa por sus auditorías de Abraaj, una firma de capital privado que se declaró en quiebra en junio. Los inversores en Abraaj afirman que el dinero de algunos fondos se utilizó para tapar agujeros en otros, y que KPMG no se dio cuenta.
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