La incertidumbre fue una faceta clave en el 2017, y los líderes empresariales de todo el mundo no están seguros de qué resultados esperar de las políticas. Esta incertidumbre se manifiesta en tres riesgos:
- La incertidumbre geopolítica en sí misma plantea un riesgo significativo para muchas organizaciones, debido en gran medida a que el comercio mundial crece más lentamente que el PIB – GDP, y a la grave falta de resoluciones a importantes cuestiones de política en los mercados desarrollados.
- Los nuevos estándares de reconocimiento de ingresos, que entraron en vigencia en enero, han dejado a las organizaciones sin preparación, a pesar de que llevan años construyéndose. La mayoría de las organizaciones subestiman tanto la complejidad de la implementación como los cambios al marco de control interno que se requiere.
- Finalmente, las presiones de crecimiento e innovación han afectado a la mayoría de los C-suites. La evolución de las preferencias de los clientes ha dificultado la consecución de los objetivos de crecimiento y la aversión al riesgo en muchas organizaciones. Esto también ha limitado su capacidad para colocar las apuestas correctas en la innovación.
Los riesgos políticos y de crecimiento pueden parecer difíciles de enfrentar por la Auditoria, pero el riesgo puede mitigarse mediante actividades como el examen de Investigación y desarrollo de las organizaciones y el portafolio de seguros. En términos de nuevos estándares de reconocimiento de ingresos, estos requieren que la Auditoria revise su marco de control interno para ver si existe la necesidad de actualizar los controles, como la segregación de funciones.
Estas fragilidades toman otra relevancia si se considera el posible impacto sobre América Latina. Terminado el ciclo de altos precios de los commodities, la región ha regresado a su posición deficitaria en el plano externo, volviendo a depender de los flujos financieros externos. De darse un empeoramiento en las condiciones crediticias globales, la sostenibilidad del endeudamiento para estos países se vería afectada. Por otro lado, de darse un revés repentino en estos flujos, la ausencia de liquidez de corto plazo llevaría a grandes ajustes en las monedas latinoamericanas, que dada su debilidad relativa, puede tener efectos muy adversos sobre la economía real.
Las inquietudes son mayores si se espera que se cumpla la promesa de los bancos centrales de revertir las políticas monetarias laxas, que no solo no se han detenido, sino que se han intensificado en los últimos años. La venta de parte de las autoridades monetarias de los activos del sector privado, y de los bonos de largo plazo de los tesoros, puede desatar una mayor inestabilidad y el aumento en el costo del endeudamiento, Al mismo tiempo, la posible repatriación de los balances off shore de las corporaciones estadounidenses y la suba de tasas aumentarían la presión. Los eventos de la primera semana de febrero no deberían interpretarse como un signo de la fortaleza de la economía global frente la inestabilidad financiera sino como una oportunidad para identificar dónde residen las vulnerabilidades frente a sucesos de mayor escala, y para comenzar a tomar acciones preventivas.

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